
Arriesgó a su paso todo, pagó todo el dinero que le sobraba y se expuso ante una ciudad que fácilmente se come a las frutas y a los seres indefensos.
Aceptando que el camino tiene mil espinas decidió correr sin protección, muchos la ayudaron, otros tantos sólo la vieron pasar y uno le dio un abrazo de amor, deseándole lo mejor.
Y no importa el ritual, ni la verdadera magia que de ella provino pues finalmente él la negó, justo como el primer hombre.
Arriesgó tanto a su paso que destruyó matorrales enteros, incendió casas, maldijo y bendijo la última caminata antes de su transformación.
En una oscura noche ella se aventó al mundo tal como lo hizo con su andadera en una primavera de mil novecientos noventa y uno, se aventó como cuando quiso darle amor a un cachorro a los tres años y cayó desde un tercer piso, horrorizando a su madre pues por treinta minutos la declararon muerta.
Toc toc. ¿Quién eres? ¿Te convertiste ya en lobo?
Ella sí y bajo cualquier mal augurio. La amarraron muchas veces, fue perseguida por un sistema que quería estudiar su magia. Y no importa cuanto le retorcieron el cerebro los carceleros de la memoria, ella les escupió en la cara y se quitó esa pijama excluyente, la rompió con los colmillos que le salieron.
Toc toc ¿A quién buscas?
No la conozco, disculpe las molestias.
En una oscura noche ella decidió por y para siempre decirle adiós, pues el aullido se consumió en la piel con tinta y dolor. Como se dice adiós a un pasado hambriento de amor que sólo recibió como respuesta migajas y gotas de agua.